Hay otra cara de cada historia. En "The Flip Side", exploramos las consecuencias no deseadas de las tendencias de estilo de vida popular. Hoy, estamos analizando cómo las comunidades de fe contribuyen a la obesidad (y cómo pueden trabajar para prevenirla).

Si arrastra adolescentes reacios a su iglesia, sinagoga o mezquita local, probablemente lo haga porque cree que tienen algo bueno que ganar.

Desde la perspectiva de la salud, la investigación muestra que tienes razón. Estar involucrado en una comunidad religiosa hace que sea más probable que viva más tiempo con una mejor salud mental y menos propenso a fumar. (Todo lo cual, por supuesto, es genial para la belleza.)



El sentido de comunidad también evita la soledad, un importante destructor de belleza que conduce al envejecimiento prematuro.

Pero hay un lado negativo: según un estudio reciente de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, es más probable que los feligreses frecuentes se vuelvan obesos.

El estudio realizó un seguimiento de 2, 433 hombres y mujeres durante 18 años y encontró que los adultos jóvenes con peso normal que asistían a una función religiosa al menos una vez a la semana eran 50 por ciento más propensos a volverse obesos en la mediana edad. Las mujeres bautistas y protestantes fundamentales encabezaron la lista de las personas con mayor riesgo.

Si bien los investigadores no están seguros de por qué la religión y la obesidad están correlacionadas, sugieren que los alimentos con alto contenido calórico que se sirven en eventos religiosos pueden merecer la culpa.



Eso no es una sorpresa total.

Probablemente tengas muchos recuerdos favoritos relacionados con la fe, pero apostamos a que la comida está al tope de esa lista. Ya sea que se trate de jamón y ponche de huevo o de latkes y ensalada de pescado blanco, la comida es una pieza central en la mayoría de las reuniones religiosas. Y tampoco la comida saludable, es pecaminosamente deliciosa, grasosa, frita.

ESTUDIO: los alimentos reconfortantes reducen la soledad

La investigación muestra que la obesidad no es aleatoria: se propaga en las redes sociales.

Las comunidades de fe son las redes sociales principales, donde los malos hábitos alimenticios se ponen de moda, especialmente cuando los alimentos poco saludables se asocian con la celebración y la felicidad.

ESTUDIO: La obesidad se propaga en las redes sociales.

Pero las comunidades de fe también son un gran lugar para estimular el cambio y promover hábitos saludables.

Sabemos que la quinua no es un sustituto para el pollo frito casero o el rugelach de su abuela, pero hay maneras deliciosas de marcar la diferencia.



En su próxima reunión, intente traer una ensalada de fruta fresca en lugar de pastel de nuez, o haga pollo a la parrilla en lugar de frito, y haga que sus amigos hagan lo mismo. Educa a tu comunidad de fe sobre lo que estás haciendo y por qué; Hazlo un esfuerzo grupal.

Al ayudar a su comunidad a estar saludable, aumentará sus posibilidades de estar (o mantenerse) saludable también.

Dan Buettner: How to live to be 100+ (Mayo 2024).