Desde hace décadas, la opinión común es que las mujeres deben hacerse una prueba de Papanicolaou una vez al año. Pero en 2012, un grupo de trabajo designado actualizó las pautas, sugiriendo exámenes menos frecuentes, generalmente cada tres años. Una de las razones principales detrás de la revisión es que los "falsos positivos", es decir, pensar que hay un problema cuando no lo hay, pueden llevar a pruebas adicionales innecesarias y la eliminación de tejidos sanos, así como a tratamientos innecesarios que podrían crear un embarazo. Complicaciones por el camino. Al igual que con cualquier prueba, tratamiento o medicamento, la comunicación es clave. Hable con su ginecólogo sobre sus riesgos personales y el mejor curso de acción para usted.
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