A veces la verdad es más extraña que la ficción. Las noticias de este verano son un poderoso y temible ejemplo de eso. Peor que cualquier película que salga de Hollywood, la epidemia de ébola que se extiende por África occidental se está convirtiendo en un horror de la vida real. Mientras escribo esto, más de 1, 000 personas murieron. Cuando leí sobre el Ébola, una y otra vez surge un hecho alentador: que las simples medidas de salud pública realmente funcionan. En momentos como estos, es reconfortante recordar que algo tan básico como el jabón y el agua puede salvar la vida. En primer lugar, aquí hay una introducción rápida sobre el virus del Ébola. El virus, que se diagnosticó por primera vez en 1976 y tomó su nombre del río Ébola, se puede transmitir de persona a persona a través del contacto directo e indirecto con cualquier fluido corporal de una persona infectada. Eso significa contacto directo con la sangre, saliva, mucosidad, orina, heces o semen de una persona infectada, o tocar algo que ha sido contaminado, como un trapo empapado en sangre. Si uno está realmente expuesto (lo cual es increíblemente improbable, a menos que esté en una zona rural del oeste de África), entonces hay un protocolo estricto a seguir. Si está en riesgo, o simplemente tiene miedo, solo tiene que hacer una cosa: lavarse las manos con agua y jabón. Realmente es así de simple. Un virus recorre el oeste de África y una de las herramientas más efectivas que tenemos en nuestro arsenal es también la más simple. Lavarse las manos realmente tiene un impacto real en el control de la propagación del ébola, al igual que con cualquier otro virus. Tan básico, pero muy efectivo. Solo toma esa barra de jabón, abre el grifo del agua, canta el abecedario mientras haces espuma en el frente y el dorso de las manos y entre los dedos, luego enjuaga, seca y relájate. No siempre fue así. En el siglo XIX, el lavado de manos no era rutinario. Tenemos que agradecer a Ignaz Semmelweis por hacerlo una práctica común. Con una maestría en medicina, una especialización en partería, Semmelweis estudió la fiebre del parto en Viena e hizo la conexión de que esta devastadora enfermedad posparto podría evitarse si los médicos se lavaran las manos con agua y jabón. Y así nació una de las medidas de salud pública más efectivas en la historia de la humanidad. Hay tantas cosas que no podemos controlar en nuestras vidas. Pero ya sea que estemos combatiendo un virus terrible y destructivo en África o un virus más común cerca de casa, podemos hacer algo para protegernos y proteger a los que amamos. Podemos lavarnos las manos. Simple como eso.

Plastic Pollution: How Humans are Turning the World into Plastic (Mayo 2024).